Todo comenzó con un pequeño destello que agitó las mareas de la disformidad; un destello que retumbó en los más oscuros rincones del mundo inmaterial e hizo que todas las miradas se dirigiesen hacia él; un destello que se materializó en una leve gemido, acompañado de un llanto de bebé humano.
Esa frágil criatura tenía un poder latente que la mayoría no eran capaces de percibir, y menos comprender, pero para el inocente bebé humano esa anomalía en su genética se convirtió en la maldición de su mundo: latigazos de pura energía psíquica golpearon impasiblemente el subsector galáctico, aunque apenas fuesen observados en la realidad material. Con el propio nacimiento, los psíquicos del planeta enloquecieron, suicidándose una gran mayoría debido a las terroríficas visiones que tuvieron; las naves imperiales cercanas al suceso, dirigidas por astrópatas, perdieron momentáneamente la luz del Astronomicón y quedaron a la deriva en el atemporal mundo de la disformidad; sacudió con su energía psíquica las ancestrales ruinas largamente olvidadas del sector, reactivando nuevamente portales que fueron sellados por desconocidas razones; su incontrolado poder azotó con furia las corrientes disformes, despertando una tormenta de su silente sueño. Las consecuencias de su nacimiento habían marcado el destino de centenares de mundos, que se desmoronarían cuales fichas de dominó ante los eventos que iban a sucederse.
Ese llanto en la disformidad fue escuchado por muchos, y la resplandeciente energía desatada atrajo la mirada de los mismísimos dioses del caos; tambores de guerra comenzaron a sonar en los planetas demoníacos; huestes eldars comenzaron a movilizarse por los túneles de La Telaraña para observar más de cerca el nacimiento acontecido, valorando la peligrosidad del suceso para su propia existencia; tentáculos cercanos de flotas enjambre tiránidas se desviaron de sus rutas actuales, fijándose en el suculento manjar que podría ser una psique tan prodigiosa; agentes imperiales sensibles a la disformidad pusieron rumbo hacia el subsector, temerosos de lo que podría ocurrir si un poder así no fuese silenciado a tiempo.
La maquinaria bélica se puso nuevamente en marcha en el subsector Merovingian, pues un recurso así se convertiría en un arma primordial para cualquier imperio, facción o deidad que pudiera alcanzarlo y dominar su poder para sus propios intereses. Se desconocía dónde se hallaba exactamente ese mortal, así que las escaramuzas se extenderían por todos los planetas hasta finalmente encontrarlo; arderían pastos, caerían capiteles, explotarían colmenas y el dolor de millones de almas alimentaría la esencia de los dioses del caos en la búsqueda de ese pequeño destello, esa anomalía en la humanidad.
En un pequeño rincón de la galaxia alguien había nacido; o más bien, algo. La guerra.
Próximamente, campaña narrativa de Warhammer 40.000 en Hobby Miniatures.
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